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  ENTREVISTA

 


Julio 2020
“El avance de las tecnologías y las nuevas herramientas disponibles harán que el proceso del arbitraje, tal como lo conocemos, cambie”

Conversamos con Federico Campolieti, socio de los departamentos de Arbitraje Internacional y de Regulación Económica y Derecho Administrativo del Estudio Bomchil, sobre el arbitraje en tiempos de pandemia y el recorrido del instituto en la Argentina en los últimos 20 años.

Centro Empresarial: Trabajás en arbitrajes desde hace casi 20 años, ¿cómo fue que te iniciaste en este camino?

F.C.: Tomo contacto con el arbitraje internacional antes de recibirme de abogado en 2001. En ese momento, en plena crisis también, ya trabajaba en Bomchil en el equipo de Guido Tawil. En ese carácter, intervine en los primeros casos CIADI que involucraron a Argentina, en los que el estudio actuaba como counsel o eventualmente como co-counsel con firmas extranjeras de primera línea en arbitraje internacional, como Freshfields o King & Spalding. En aquella época, trabajamos en alrededor de una decena de arbitrajes CIADI tales como CMS, Azurix, Siemens, Enron, Camuzzi, Telefónica, entre otros. Algunos fueron discontinuados por acuerdo de partes –en el marco de las renegociaciones con la UNIREN en aquel momento– y otros llegaron a laudo, con posteriores instancias de anulación y de ejecución o cumplimiento, según el caso.

La primera década de ejercicio profesional me encuentra entonces trabajando muy intensamente en arbitrajes internacionales de inversión. Con el paso del tiempo, la práctica de arbitraje del estudio se fue diversificando y comenzamos a intervenir en todo tipo de arbitrajes, ya sean comerciales o regulatorios, domésticos o internacionales.

Afortunadamente tuve grandes referentes en mi formación, como Guido Tawil, de quien aprendí muchísimo durante casi 20 años, habiendo sido secretario en varios tribunales que lo tuvieron como presidente. También destaco a Máximo Bomchil y a Rafael Manóvil, con quienes compartí experiencias muy valiosas y enriquecedoras también.

En resumen, desde aquel entonces hasta hoy, gran parte de mi tiempo está dedicado al arbitraje.

Centro Empresarial: Habiendo transitado tantos años de práctica, ¿cómo juzgás se ha transformado el instituto del arbitraje en este tiempo?

F.C.: El arbitraje viene creciendo sostenidamente. Es un dato de la realidad. Si vemos los registros de cualquier institución que administre arbitrajes, como por ejemplo la CCI, la tendencia es que cada año se incrementa el número de casos. Salvo en algunos países con alguna realidad muy puntual, el crecimiento del arbitraje es progresivo a nivel mundial.

En cuanto a los cambios, diría que hay varias tendencias que intentan imponerse, como pueden ser los temas de transparencia. Si bien la confidencialidad constituyó siempre uno de los pilares del arbitraje, hoy se busca que se conozcan más los procesos, las partes, los árbitros, los laudos, etc. Esta tendencia está consolidada en los arbitrajes que involucran a los Estados por obvias razones, pero ahora se advierte también su incidencia en los arbitrajes comerciales.

El arbitraje se viene universalizando. Hay una práctica consolidada y determinadas técnicas que ya están establecidas y se utilizan de manera general. Hay un lenguaje propio también. Cuando uno ve el producto de los estudios reconocidos del exterior, se da cuenta que hay varios estudios y equipos en Argentina que alcanzan también ese nivel de calidad.

Centro Empresarial: Como miembro de la Asociación Latinoamericana de Arbitraje, ¿cuáles creés son los países que se presentan hoy como “modelos” a seguir y cuál es la situación de la Argentina en el contexto Latinoamericano?

F.C.: Creo que Argentina, en la última década, ha recorrido un camino muy bueno con relación al arbitraje. Hoy tenemos una Ley de Arbitraje Comercial Internacional que es algo muy importante. Al inversor extranjero se le puede explicar fácilmente, ya que la ley se basa en la Ley Modelo UNCITRAL. El nuevo Código Civil y Comercial tiene una regulación de avanzada sobre el contrato de arbitraje. A esto se suma la jurisprudencia de la última década, tanto de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial como de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, muy favorable al arbitraje.

En rigor, la Argentina tuvo en algún momento esa imagen negativa marcada por el fallo Cartelone del año 2004, entre otros, pero lo cierto es que parece haber quedado atrás. Si uno toma los últimos 10 años, puede ver la aprobación de la ley modelo, más una jurisprudencia muy respetuosa del arbitraje y en línea con las tendencias internacionales. Estos criterios se están aplicando en la Argentina muy silenciosamente. Creo que habría que destacarlo ya que, si nos mantenemos por este camino, Buenos Aires debería convertirse pronto en una sede atractiva en la región.

A nivel Latinoamericano, Perú en su momento sancionó una ley que pretendía solucionar cualquier conflicto a través del arbitraje, vaciando prácticamente de contenido al Poder Judicial. Un escenario que no parecía muy sostenible. Y, en este marco, surgieron algunos casos de sospecha de corrupción que de alguna manera desalentaron este modelo. Yo creo que no es conveniente arbitrar todo.

Otras sedes de la región que me gustan son Montevideo o Santiago de Chile, que van en la misma línea que comento, de respeto al arbitraje por parte de los tribunales revisores.

Centro Empresarial: ¿Cómo siguen su curso hoy los arbitrajes en contexto de COVID-19?

F.C.: Los arbitrajes en los que estoy interviniendo no se han suspendido como consecuencia de la pandemia del COVID 19. Más aún, diría que siguen su curso casi con normalidad. Las presentaciones se realizan exclusivamente por mail en formato electrónico, lo que demanda una importante organización de equipo en el contexto actual.

En un caso en el que intervengo como árbitro, tuve una audiencia virtual a mediados de abril. No hubo ningún problema, ni queja de las partes. Todo funcionó muy bien. En otro caso, ya como counsel, frente a una solicitud de suspensión de una de las partes con motivo de la pandemia, el tribunal solamente concedió 15 días de prórroga, por lo que la parte tuvo que realizar la presentación que exigía el calendario en pleno aislamiento.

En resumen, los tribunales y las partes procuran avanzar igualmente en este contexto adverso. La diferencia con lo que sucede en sede judicial es muy grande.

Centro Empresarial: ¿Creés que este contexto va a contribuir a una modificación en la forma de llevar a cabo los procesos?

F.C.: Es difícil hacer pronósticos, pero creo que el avance de las tecnologías y las nuevas herramientas disponibles harán que el proceso del arbitraje, tal como lo conocemos, cambie. Si bien todo parecería indicar que vamos hacia un procedimiento paperless y virtual, creo que el gran desafío son las audiencias de testigos, que son demasiado extensas en días, no pudiendo controlarse del todo la rendición de los testimonios si no son presenciales. Se pierde un poco la inmediatez también. Es complejo. Es un tema difícil, que presenta reparos en sustituir lo presencial que conocemos para pasar a lo virtual.

Centro Empresarial: Otra de las caras de la pandemia, es la gran cantidad de contratos en vías de renegociación y el potencial colapso de la justicia comercial. ¿Creés que esto va a dar lugar al surgimiento de un mayor número de arbitrajes?

F.C.: Me da la sensación que este contexto va a traer mucha conflictividad, no sólo por la aplicación de la teoría de la imprevisión o la invocación del caso fortuito, sino por los cambios que se están experimentando a nivel general en la sociedad. Hay contratos de largo plazo que se pensaron para una realidad y que no van a poder ejecutarse de esa manera, y, por lo tanto, va a haber algún tipo de renegociación. En paralelo, las cláusulas arbitrales se venían utilizando en los contratos de manera creciente, con lo cual debería haber más arbitrajes también. En definitiva, creo que ese será el escenario: más litigio judicial y más arbitraje.